martes, 19 de noviembre de 2019

ACERAS



Espacio transeúnte, quebrado al paso, de baldosas rotas
hasta en lo inimaginable. 
Soportas multitud de marchas, de ritmos diversos, 
de personas con pensamientos que mantienen sus vísceras. 
Cuánto sueño, cuánto dolor en cada uno de los que te pisan, 
de los que golpeamos tus heridas, tus grietas 
de cemento reventado por el calor del estío. 
Compañera en la calle, islote alargado que salvas 
de la prisa de otros.

Aceras de grietas miles en el mosaico geométrico ajado 
y húmedo. 
Rotas en mil pedazos, sobreviviendo a los pies cansados 
que te transitan y tropiezan en tus huecos. 
Te dejas acariciar por calzados de todos los tamaños, 
un sunami de zapatos, multicolores, te atraviesan 
y visten de sonidos que tú, como la piel de un tambor, 
recoges y devuelves, desnudos, limpios, ocultándolos 
en los rincones.

Aceras que acoges sombras, mis sombras, 
en un dibujo espontaneo 
que obedece a la generosidad de la luz. 
Aceras, aceras, grises y blancas, 
como la esencia de esta urbe que marcha a la deriva 
sin ritmo propio. 
Largas y estrechas, cortas y anchas, limitando la avenida. 
Espacio callejero que marca el camino a casa, 
con esa impronta de la prisa 
y el deseo contenidos.

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