miércoles, 13 de mayo de 2009

SOUVENIR DE LA CREACIÓN





No sé si aprendí el lenguaje
de la luz que levantó la condena
de los labios, del adjetivo inmaculado
que no quiso perder el color
anudado virgen a las olas
del ser.

La sangre de los dioses brotó
del barro en el instante mismo
en el que los genios reían
mientras fabricaban sueños
y palabras.

No sé cuanto tiempo pasó desde que su mano
de aire acariciase la carne antes barro, no sé.

Cuánto verbo en el principio antes que viniera
el ángel para custodiar la séptima puerta
del Logos. Fue cuando El me acercó al borde
de los árboles, al beso de la vida
ahora música y recuerdo.

No sé si entonces aprendí a volar
orgulloso de mi forma alejándome
del agua.
Me acostumbré a la luz nunca a la sombra
y quise ser luz. Y las alas fueron fuego, no pasión,
horas sin límites.

2 comentarios:

Ana Clavero dijo...

Cuánta belleza encierra este poema.

Siempre es un gusto leerte, Maestro.

Un abrazo

Diego dijo...

Esa última estrofa, "No sé si entonces aprendí a volar..." enciende todo el poema. Me ha encantado, Tino.

Un fuerte abrazo!

MIS VISITAS AL MUNDO

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Tiene Lisboa sonidos de agosto