Acudió al reclamo de la voz
y la puerta estaba rendida
a la derrota del silencio. Y el silencio fue
la huella del ángel.
Creía haber encontrado la luz
y su rostro tenía luces artificiales,
besos
en un cruce de caminos.
Cuando las palabras fueron
la sangre de la altura
la oscuridad permaneció
en el revés de las palabras.
Descendió a la morada de los vivos.
y la voz se deshizo en el abismo de los días,
las alas,
en la cicatriz de la brisa.
2 comentarios:
Brisa... eso mismo sentí al final de la lectura.
Bellísimo Tino.
Un abrazo.
Gracias Mamen por tu generosidad y tu comentario. Un abrazote.
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