En este ser que fluye siento el reflejo de los dioses, ese don
singular del instinto que da nombre a los espacios. Y el sueño se
vuelve espera. Ser que arrastra mundos inventados desde el inicio de
la vida, con el impulso de la primera mañana, cuando la tierra y el
agua eran eco del caos y el ser original balbuceaba el color del
adjetivo. Ser en el fluir de la mirada, todavía envuelta en la
sangre de limos primordiales. Se despierta el yo en su soledad al
desvelar el alma primera, el
arjé
de los demonios ciegos. Y fluye con el deseo de dominar las lenguas
del cosmos; un cambio permanente en ese siempre volver al fuego de
la felicidad primera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario