Hace unos días Pablo Méndez, de la editorial Vitruvio, me invitó a participar en Madrid en el Festival que esta editorial organiza todos los años. El encuentro ha sido el día 1 , primer viernes del mes de julio, a las seis de la tarde. Madrid ardía como una olla a presión. El calor sofocante hacía mas ruidosa la tierra de los parterres de El Retiro, que es donde este Festival Vitruvio se ha celebrado.
La acogida sencilla, diría parca, escueta, lo suficiente como para saber donde estabas. Por mi parte deseaba encontrarme con viejos amigos, conocidos poetas con los que he compartido foros poéticos. Estos eran Julián Borao y Carlos Guerrero. Magníficos poetas a los que admiro y sigo en sus avatares poéticos.
El festival consistíó en un recital. Cada uno de los poetas, de los que había publicado en Vitruvio este año, recitaban un poema. Se podía consumir dos minutos máximo. Hay que reconocer que algunos/as, ademas de tener muy buenos poemas, recitaron magníficamente. Entre todos los poemas, los que más me emocionaron fueron los que recitaron mis amigos, Carlos y Julián; me llegaron al alma. Emocionantes versos llenos de ironía y de desamor cotidiano.
Se terminó con una, a modo de, cena en uno de los baretos del parque, justo mirando el estanque central y casi con el alivio de una sombra de toldo. Preciosa vista que dejó de serla cuando las conversaciones se iniciaron y el encuentro, esta vez sí, solemne comenzaba a tomas forma. Me tocó por suerte, siempre es una suerte, con dos poetas y sus respectivas parejas: Maximiano y Cristina. Obvio el apellido y el nombre de las parejas no por maldad ni prisa sino porque en este momento no me acuerdo.
Cuando terminó este aperitiveo en El Retiro nos fuimos a un rincón del Parque en plan de bromas para terminar después yéndonos a tomar una copa a un bar de Saez de Baranda. El cansancio del día hizo que el paseo me resultara lastimoso aunque-paradójicamente-era agradable al ir caminando con Carlos Guerrero. Este poeta, una mejor persona, es una gozada, una chispa andaluza en todo momento. Buen conversador este poeta malagueño que vive más en Cádiz que en la Costa del Sol.
La noche no tuvo más sobresalto que el de no acordarme de la calle donde estaba el hotel mientras me montaba en el taxi que tomé a la vuelta. Se arregló porque la plaza cercana al habitáculo era conocida: Manuel Becerra.
En estos momentos , mientras escribo este relatorio, me ha llegado por mensaje de facebook la noticia de que uno de los poetas participantes, Manuel Zunzarren ha fallecido a consecuencia de un accidente de tráfico. Me ha impactado la noticia. El poemario de Maniuel fue uno de los que conseguí coger de la mesa "de gratis" que la editorial había preparado. Vaya desde aquí mi más sentido pésame para su familia y para todos los que lo conocieron, especialmente para Pablo Méndez de Vitruvio.
Termino este relato agradeciendo a Pablo y a su equipo el haberme invitado a este encuentro y por darme la oportunidad de estar, aunque fuera un rato, con algunos amigos. Gracias.
A la mañana siguiente me encontré con otro poeta Alfonso Brezmes, pero esto merece otro posteo. Y por supuesto merece también hablar de mi primera experiencia en Blblacar....
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