jueves, 28 de julio de 2016

Saber cagar y reconocer lo cagado





A Rodrigo, a punto de cumplir tres años, le estamos acostumbrando a ser autónomo en esto de hacer sus necesidades fisiológicas. Por el momento hay que ayudarle. Está bien salir del paso en esto de controlar los esfínteres sobre todo porque pertenece al ámbito del crecimiento personal en sociedad.  Aunque resulten prosaico, que Rodrigo sepa hacer pi-pi y ca-ca, como necesidad mayor, salva del naufragio. Sí, del desastre de orinar o defecar a cualquiera sin previo aviso. Y aunque sea  inoportuna la demanda, da igual que ésta sea en medio de un concierto o del almuerzo, importa que la haga.


Este hablar de lo cotidiano más simple nos acerca al animal con ganas de pensar y de hacer bien las cosas. Es el precio de vivir en sociedad. Hoy pide ca-ca, mañana tendrá que enfrentar otras mierdas que no serán suyas; y  puede que huelan más. Y aunque nunca comprendí que la mierda diera suerte, ahora entiendo que es una lotería esto de saber cagar y reconocer lo cagado.

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