jueves, 23 de febrero de 2017

Leer, leer y leer para mejor crear. De lo centrífugo a lo centrípeto.




En nuestras tertulias de escritores, e incluso a nivel personal, siempre repetimos, como un mantra, que es bueno  leer, leer y leer.Y si la lectura es de poetas, como José Ángel Valente, mejor. Siempre se aprende de los maestros como él.

La creación requiere previos de muchas lecturas. Además, crear, escribir, requiere silencio después de muchas lecturas. Un silencio obsequioso que nos aparta de saraos y otras efemérides literarias que nos despitan. No quiero decir que esto esté mal sino que hay que acercarse a ellas con medida. 

El escritor necesita retirarse a sedimentar, a abonar simiente, a saborear lo que siembra, a silenciar después de leer. Importa más el sentido centrípeto que el centrífugo en el comportamiento de quien escribe. Lo prolijo puede cansar a todos empezando por uno mismo. 

Sacar fuera lo primero que llega es algo pretencioso que termina por banalizar todo. Por eso es bueno la calma, es una buena terapia para narcisismos innecesarios y para egos prontos a la depresión. Crear es creer en uno mismo y la confianza se adquiere madurando lo que se hace. 




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