domingo, 26 de febrero de 2017

Locos de atar...


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A veces estamos para que nos aten.  Es así, los que andamos con este "barro de la creación", y pretendemos alcanzar "la cima" de no sé qué, terminamos - a veces- en esa locura ciega que impide ver los fallos terminando así, un poco, locos de atar. En este sentido, importa estar vigilantes no sea que la torpe adulación de cualquiera se adueñe de nuestra voluntad y nos amarre corto. Un peligro pensar que quien nos pasa la mano es el que lleva razón, que puede ser así,que la lleve.

Además, hay que tener cuidado con el " fanos", con ese creernos los mejores..., separándonos del resto de los mortales que trabajan y trabajan  teniendo la humildad como distintivo. Y atención, no hay que confundir humildad con la estupidez de la falsa modestia. Por esto mismo, en esto de los logros, no creamos ser ni cabeza del ratón ni cola del león, no. Mejor ser corazón para emocionarnos con lo sencillo y razón, para discernir aquello que nos puede llevar directos al cuarto oscuro de la soberbia privándonos de libertad. En la nube del mejor no se piensa, se mira por encima. 

Aunque a decir verdad, dejando esas estupideces aun lado,  cuando se está creando un poco locos sí hay que estar. Sí, hay que dejar la cabeza aun lado permitiendo que la intuición tome posesión de la casa y haga de las suyas. Mientras más audaz y atrevido sea uno mejor. Así es, perder la cabeza sobre todo cuando la creación trata la lírica, el poema, esa forma que solo unos pocos entienden o dicen entender. Locos para dejar que el verso rompa con todo lo aprendido dejando al descarne  la sutileza de la ambigüedad. Al final, hay que estar locos de atar, en este otro sentido, para hacer poesía. Probablemente  terminen llamándote "raro" y esto es ya para no dejarte salir a la calle.

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