Quiero compartir la presentación de la obra de Pedro Martin Budo humanista e ilustrado editado
por Shinden. Le doy las gracias al autor por fijarse en mí para esta tarea.
Tenéis entre vuestras
manos una obra magistral, una obra que, fuera de cualquier intencionalidad al
uso, muestra la emoción y la experiencia
del Budo en Pedro. Digo esto, la experiencia y no una experiencia, porque la visión que se da -realmente genial-va
mucho más allá de lo particular, y está
referida a una manera de ser y de vivir
el Budo, en el sentido más global y al mismo tiempo cercano. Es por ello que su
construcción, tremendamente pedagógica e
ilustrativa, va de lo inmediato a la explicación más compleja. Una forma
inductiva propia de un pedagogo como Pedro Martin que ha hecho que su
experiencia, que esta realidad del arte del Budo en él, se convierte en algo
universal aplicable y entendido por todos.
Mirad, libros sobre el
Budo, de Budo o para entender el Budo, os encontráis muchos en internet. Ahora
bien, como este libro ninguno. Y argumento mi afirmación. En todos los libros producidos
con anterioridad a este, se observa la intencionalidad de centrarse en una
parcela de este arte pero no saltan de esos rincones de lo particular, haciendo
que sólo sirva para quienes practican pero no para los que nos interesa, el
Budo, sin practicarlo. Y esto es lo que ha conseguido Pedro, magistralmente que el Budo se acerque a todos, sea
comprensible desde su complejidad, antropológica, sociológica y del mismo arte
en sí.
¿Cómo lo consigue? Desde mi modesto entender, nuestro autor a combinado tres elementos fundamentales:
la palabra escrita –bien escrita-, la experiencia, y el silencio o mejor dicho:
La experiencia, el silencio, y la
palabra escrita.
Cuando se combinan
estos elementos nos encontramos con:
-Primero, una narración
y descripción -de cualquier tema abordado-
en primera persona. Esta forma de escribir hace que los textos, que os vais a
encontrar, cuando leáis el libro, sean
comprensibles y cercanos. Desde la primera página se establece una conexión
inmediata con el lector. Y así, de esta manera, el interlocutor-lector- se ve implicado en aquello que se dice porque
nada le resulte extraño y aun siendo conocedor de lo que se expresa, los
textos le acercan a unos aspectos explicados y expuestos de una forma
completamente nueva. No es fácil lo que
Pedro Martín ha hecho a lo largo de estos años, anteriores a la publicación de
su obra.
Por todo ello, tengo
que advertir – un atrevimiento por mi parte teniendo al autor aquí- que este libro no es un diario, un bitácora, aunque
Pedro parta de experiencias concretas; ni
un libro de historia del Budo aunque esta-la historia- sea el contexto de
algunos comentarios del maestro. No, no
es un libro al uso, a modo de enciclopedia,
porque su trazo holístico es una
extensión del ser vital de un Sensei como Pedro Martín. Explico holístico, en un segundo: Holos
significa en griego todo, entero y hace referencia a todos los elementos que, entrando
en relación, crean una realidad única y dinámica. Así, lo que nos trasmite
Pedro es algo que va más allá de la suma de experiencias, como budoka o como
Sensei, sino que es un todo armonizado
que genera movimiento. Os aseguro que es una gozada leer este libro en el
sentido que acabo de indicar.
-Segundo, lo que
nuestro autor nos presenta lo hace de manera solidaria, como quien abre la ventana de su casa y en este caso
para mostrarnos la realidad del Budo. Sí, del Budo capaz de hacernos concebir
el mundo más amable, haciendo que la vida sea agradable dentro de él (pág. 52).
Su forma cercana de plantear lo más complejo nos hace comprender que este, el
Budo, es un arte donde el humanismo y el
pensamiento autónomo se equilibran (pág. 55). Difícil en estos tiempos
donde la pérdida de valores y la dependencia de lo fácil es la moneda común de
todos. Sí, el Budo que nos muestra tiene mucho que ver con un situarse en un siempre “presente liberador”…, en un
continuo movimiento donde el propio trabajo
se involucra (pág. 104) donde lo racional y científico se coloca a un lado profundizando en lo más humano y sensitivo
(108). Y por otro lado, y esto es muy
importante para aquellos que nos dedicamos a la enseñanza, Pedro, en este
magnífico libro, tiene la mirada puesta
en el budoka, en este del que
dice tiene que ser la suma de tres dimensiones: espíritu, técnica, cuerpo= (shin
/gi/ tai), haciendo que el Budo se convierta en un “verdadero “Camino de
Excelencia”. (pág. 113), en un arte que se mantiene por una última razón: por el
amor mismo. (pag. 207). Así, terminará diciendo que el Budo no es algo
tangible, es una posibilidad de expresar el intelecto, las emociones y el
cuerpo.
-Tercero, uno de los
elementos que aparecen en la obra es el continuo CUESTIONARSE, un siempre
preguntar admirado-asombrado. Resalto esto, quizá por un defecto profesional de
enseñante de filosofía, pero también porque es esta la manera más directa de
implicar al lector. Así, acabo, Pedro
Martin Sensei pregunta mirando la realidad intangible del Budo: ¿Cuál es su utilidad?
¿Es más importante lo útil o lo estético? Y responde, de forma directa: Es una forma de
arte, y de este como camino de la belleza (185) Lo bello, como referencia mayor,
donde la ausencia de la violencia es el punto álgido. Sí, un arte donde su práctica
acerca al hecho cotidiano del existir (222).
Junto con el contenido de la obra, y formando parte de ella, hay una serie de fotos, en blanco negro, de Juanma Zarzo.
Son las mismas fotos que nos han expuesto aquí para que luego las admiréis de cerca. Me impresiona la sensibilidad que aparece a través de estas texturas en blanco y negro. Dan la sensación que ilustran el libro pero no todo lo contrario son parte de él como narración gráfica. ¿Cuenta una historia? Dejo la pregunta para que luego la responda Juanjo. No sé nada más que lo que observo y lo que veo es una expresión de forma gráfica de lo que Pedro nos trasmite en su obra. Creo que Juanjo ha sabido recoger ese espíritu del dojo donde Pedro crece en el en sí del Budo. Ha recogido esa esencialidad de la autonomía propia que se llama libertad, o esa felicidad que Pedro trasmite cuando dice: Vivir aquel solo estar, la felicidad de sentirme en el epicentro de mi sueño (pág. 393). Y nunca-sigue diciendo- fue esto una experiencia lúdica o amarga, jubilosa o tediosa, practica o caduca. Esta felicidad del bujutsu es lo que ha captado Juanma con sus fotos, unos auténticos iconos, donde no eres tú quien observa sino que tú te sientes observado de manera sutil, o mejor dicho querido.
Junto con el contenido de la obra, y formando parte de ella, hay una serie de fotos, en blanco negro, de Juanma Zarzo.
Son las mismas fotos que nos han expuesto aquí para que luego las admiréis de cerca. Me impresiona la sensibilidad que aparece a través de estas texturas en blanco y negro. Dan la sensación que ilustran el libro pero no todo lo contrario son parte de él como narración gráfica. ¿Cuenta una historia? Dejo la pregunta para que luego la responda Juanjo. No sé nada más que lo que observo y lo que veo es una expresión de forma gráfica de lo que Pedro nos trasmite en su obra. Creo que Juanjo ha sabido recoger ese espíritu del dojo donde Pedro crece en el en sí del Budo. Ha recogido esa esencialidad de la autonomía propia que se llama libertad, o esa felicidad que Pedro trasmite cuando dice: Vivir aquel solo estar, la felicidad de sentirme en el epicentro de mi sueño (pág. 393). Y nunca-sigue diciendo- fue esto una experiencia lúdica o amarga, jubilosa o tediosa, practica o caduca. Esta felicidad del bujutsu es lo que ha captado Juanma con sus fotos, unos auténticos iconos, donde no eres tú quien observa sino que tú te sientes observado de manera sutil, o mejor dicho querido.
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