miércoles, 2 de mayo de 2018

REHACER EL ALBA. MEMORIAS DE UN NAUFRAGIO. APUNTE:



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           De “Rehacer el alba”, lo primero que habría que decir es que es un libro de raíz, nada de adjetivos florestas, y sin embargo, es un poemario donde se desbordan las emociones al límite  de lo que duele, pero sin perder la esperanza de la luz.

Distancia en los sentimientos, pero  tan hondos que la cueva del verbo en su justa medida los esconde, aunque quizá no sería la palabra más adecuada, pues no esconde nada, lo conforma en la idea de rehacer el alba después del naufragio- por cierto no habrá muchos libros tan bien titulados, pues el título es una síntesis del mismo. Y de muchos de sus versos-:

“…A la deriva, la bruma/de noviembre desfigura la ilusión/entre versos desgarrados. /Cierro una página/para comenzar otro paraíso/.

           Los poemas son en su origen filosóficos. Podríamos decir filosóficos-espirituales, que se alzan desde el barro, que con lo “frágil”  “leve”, “silencio”, “dolor” y  “tiempo”, son  palabras claves, junto a otras como” infinito”y “luz”. Palabras presentes en la superficie del verso a través de casi todos los poemas. El enigma del mundo y  de la vida es quizá el gran tema, pero no siempre tan presente en la grafía, sino a través del contexto:

…y de su luz primigenia que nos haga pasar el umbral del misterio, de lo innombrable..” o  “ Si la duda es una brecha/ por donde los sueños escapan, qué hacer cuando no hay mensaje y la inquietud se yerguen el centro del alma.” También :”Encarar la verdad es el principio de un rechazo…”, aunque en esta última cita haya algo autobiográfico, que también se cuela en otros poemas.

                      El agua, la lluvia, está en muchos de los versos, diríase que es el paisaje de este mundo, del día a día, y en la mayoría de las veces las palabras sobre la lluvia están escritas en cursiva como si se tratara de otro escenario donde transcurre el poemario “vertical” el de altos vuelos y velos. Para mí es una lluvia-escalera  utilizada para bajar de las ideas filosóficas, de lo conceptual a lo cotidiano. No siempre,por supuesto,  lo que sí sucede es que la frase en cursiva cuando el poema va en verso entra en otra dimensión y forma, En un campo semántico casi propio propio. Hay poemas en prosa, en los que en muchas ocasiones también hay cursivas indicando este desplazamiento semántico.

                   Casi al final del libro se va rehaciendo el alba, y el yo lírico encuentra aquí abajo, en este mundo de incertidumbres, seducción y afanes: es posible la vida aunque no se sepa lo que es.
La mañana me da una tregua, me entrego/
A sus horas, dejo que pase este sentimiento del vacío. Los espejos evitan la mirada/el abrazo del ángel frena la búsqueda/ de oro cielo,

                Al final , todo se resume en dejar tapado el misterio por la utopía. Tanta pregunta que cae en el vació cansa y desilusiona, nunca vamos a traspasar el “umbral”. Por eso  afirma simplemente; “La vida es”.

               El último verso, se cierra con la esperanza: ”No importa si son veinte o cuarenta las veces que la vida se ha/ vuelto aventura de desencuentros, búsqueda de mensajes. No/ Importa si las caricias se convirtieron en un constante juego para/romper el tiempo. Es posible la luz aunque haya oscuridad y tenga/ que volver a redimir el canto  de los dedos mientras deshago el/ silencio que me separa de ti”.

              Ganó la vida, aunque con renunciar al mensaje primario oculto tras el umbral del misterio.
Un libro de una humanidad fuera de toda duda, donde se libran todas las batallas contra el silencio de lo innombrable, al final, se cae sobre un lecho de hierbas y se descansa…Ya lo dijo: “La vida es”. Sobran las preguntas y el desasosiego y el dolor existencial. La mudez de la otra orilla es nuestra seña de identidad. Nos toca aceptarla. Pues, lo repito, por  tercera vez, no hay que darle mas vueltas, simplemente: “La vida es”.

Juana Vázquez para Faustino Lobato

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