Mi único
tema es lo que ya no está.
Sólo parezco hablar de lo perdido.
Jose Emilio Pacheco
NO
ME IMPORTA recordar lo que no está y se perdió en la ácida nebulosa de los días. Aquello que fue vital, ahora, envuelto en papeles de estraza. Cuánto empeño puse en aquello que creí era
el soporte de mi vida, ahora sepultado y revestido por estos pensamientos en la
noche. En esta liturgia nocturna, siento el pasado, no como una perdida sino
como el ethos de lo que soy. Lo que no está, porque fue,
está ahora en lo que vivo.
La
noche, este espacio de lo posible, descorre (apocalypto) el velo de los espejos donde no me
avergüenza mirar y perdonarme. Este momento de abrazos y de carne, de gestos
imposibles, me hacen guardar silencio. Sí, el silencio de esta noctámbula
me enfrenta, sin pudor, a la locura del
pasado; a la estupidez consentida; a lo irracional que frenó lo mejor; al
instinto de la bondad que cambió el rumbo de mi vida. No me importa recordar lo
que no está porque soy lo que fui.
El
tiempo pasado, lleno de emociones que no buscaron el elogio, de risas en medio
de lo precario, de generoso encuentro con ese rito de la amistad que perdura a
pesar de la traición. Sí, lo pasado permanece como aquel Odiseo volviendo a Ítaca.
No reniego ni de mis fallos, porque estos me hicieron crecer. Todo lo he ganado. Ahora, me siento vivir en el silencio de lo que fui en lo que soy.
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