viernes, 9 de noviembre de 2018

LIBERALISMO POLÍTICO. FRANCISCO CHAMORRO




A Francisco Chamorro lo conocí una tarde tomando café  en Badajoz. Un amigo común propicio el encuentro. Desde ese día me alegro de haberle conocido. Pero tengo que decir que me alegra mucho todo lo bueno que le ocurra, como es el hecho de esta obra donde hay una explosión poética de denuncia más allá del lirismo al uso. Un primer libro, muy potente, que parece ser la punta de iceberg de todo lo que está por publicar.

He leído y releído el libro Liberalismo político, publicado por Jesús Munarriz, Hiperión, de Francisco Chamorro. Lo he leído tanta veces que he  conseguido aprenderme algunos versos  de memoria. Esta obra llama la atención por su estructura o mejor dicho por un contenido poético vertido sobre el esquema de tres conferencias de John Rawls. Chamorro aprovecha hasta el prólogo donde el filósofo habla de  las conferencias, de lo que en realidad supone  la publicación de Liberalismo político (también el título es de Rawls). En el fondo, el poeta juega a introducir un contenido poético en un esquema profundamente filosófico/político. A decir verdad, el contenido poético no le resta ni un ápice a la filosofía social de Rawls. Nuestro poeta subrayará la forma de sociedad en la que vivimos hasta aburrirnos de hastío, donde lo que parece libertad es simple esclavitud de trabajo y de consumo.

En la primera conferencia y siguiendo el esquemas de la misma, nuestro poeta traslada el pensar y el sentir hasta los rincones mínimos de lo cotidiano. En qué piensas mientras trabajas,…/ cuando sales del polígono…/en el camino a casa…/ comiendo. Qué sientes [mientras trabajas en el matadero]. Esta es una forma extraordinaria de romper el lirismo poético para recobrarlo en el sentimiento de abandono del sujeto,  el yo literario, mientras reflexiona desde un  contexto precario de obrero [de la industria cárnica]. El trabajo se deja el  misterio de este personaje  mientras bebe whisky en el bar, y piensa en esas chicas “que te abandonaron” para terminar diciendo que “no son nadie”, “tú tampoco eres nadie”. Un sujeto desesperado, bebedor, que mata el tiempo [libre] en el bar. Y así, en esta reflexión de no aparente lirismo el poeta introduce al lector en un mundo de vaciedades y repeticiones,  donde la emoción, a pesar del desespero,  es primordial, “me emociono por todo-dice.

Francisco Chamorro comenta  las incidencias de un personaje que, lejos de ser ficticio, es él mismo. Desde las primeras páginas adivinas que el libro es autobiográfico. La página 21 lo hace patente. Y así, empleando la tercera persona evita  hablar de sí mismo. Así, dice: Le llamaban el lechero a finales  de los noventa en el C.P. Arias Montano (Fregenal de la Sierra. Badajoz)…Lechero fue su abuelo yen cierto tiempo su padre…Este el lechero,…es el enviado de la naturaleza , el sudor y la frente, la tierra y la zarza. En estos versos, en estas líneas del libro el lirismo implícito salta en la emoción de la identidad.  El extremo de lo autobiográfico llega en las páginas siguientes cuando escribe su D.N.I., el número de un sujeto vivo. Y así, con una anáfora existencial, casi bíblica, señala: Soy yo, cariño/ soy yo, no me recuerdas, verdad. / Soy yo, amor. / Soy el gran edificio desde el que se ven/ las grandes construcciones sentimentales./ Soy la referencia de los viajeros. // Te lo juro no desaparezco.

El poeta, a partir de estas páginas, va dejando un rastro de ironía, casi cínica (en el sentido más desvergonzado de la palabra) Soy un hombre bueno y quiero viajar gratis/debería bastar./ Soy un hombre pobre y quiero viajar gratis,/ debería bastar.

Y en esta perspectiva de la identidad y del abandono, esboza un poema esencialmente anafórico con la expresión poeta trabaja depara terminar con un verso de toque lírico, Las palabras están hechas de hambre. Magnífico. Mejor no se puede expresar el hecho de escribir o la soledad angustiosa del escritor.
Así, en un esquema de filosofía socio-política nuestro autor comenta que todo es político. / Whisky con agua/ Y quien soporta la claridad a estas horas, el bebercio, la política/ y quien soporta la claridad a todas horas, qué han hecho conmigo,/ porque duele todo.

En medio de este contexto, de intima reflexión desesperada sobre sí mismo, el yo dirige  la mirada hacia los viajes, esos en los que gastamos- comenta-todo el dinero que ganamos escribiendo libros/ detrás de las barras de los bares, en las oficinas,/en las grúas, en los puertos y aeropuertos/ … El sujeto descrito es un personaje engullido por el consumo en medio de rutina y vacío.

En la segunda parte del libro, según el esquema de Rawls, la segunda conferencia, Francisco Chamorro le hace decir al personaje que es un hombre libre. Este sentimiento es en sí una actitud crítica con todo lo que le rodea.  (Ver página 33) Los versos, Me siento libre, liviano. / Soy un hombre más libre. Se intercalan como expresión anafórica, como un eco en las expresiones mismas de Rawl: La libertad, sin precedentes que nuestra sociedad ofrece a sus miembros  ha llegado acompañada de una impotencia también sin precedente. Este poema contrasta con el siguiente donde el yo lírico sitúa al lector, además de la identidad del autor (yo literario) en la cara opuesta del ser libre en la del proletariado que no es dueño de su propia historia: Soy un animal de fábrica, (pg. 35) dice el poeta.

Libertad y opresión calculada, ahora, en paralelo con la realidad consumista e inútil en la que el poeta dice que hizo La forma de las cosas, su alma, su sentido; y con ello la terrible  soledad , quién sabe-dice-del porqué estamos solos, abandonados, / si hay aplicaciones geniales, esplendidas y de gran alcance. (Páginas 39-43).

Los textos que siguen tienen ese desgarro propio de aquel que, siendo un “habitante de lo rural”, y a pesar de la mecánica de un trabajo precario, la ciudad le parece una “jaula” donde los deseos se multiplican, la inversión del síndrome del caballo de Troya ( Ver poema de la página, 66) Nuestro poeta, en un intento de poetizar la plena autonomía, apunta al registro íntimo de la familia, a ese lugar estático de lo social para dejar una petición esta de la inmortalidad…hasta consumir el infinito (pg. 46). Vuelve con estas expresiones a marcar el sentido lírico dentro del despojo de lirismo que hace en sus textos.  Que hago aquí, whisky en mano, mayo, en cualquier pueblo de Extremadura te preguntarás.

En las últimas páginas de este apartado nuestro autor marca la soledad con una expresión frustrante, le falta la partícula condicional [si] para denotarlo, Soy el poeta del dialogo. / Me gustaría que hablasen conmigo. Terrible que en esta página 50 el autor del libro deje su tarjeta de visitas. Lo admirable de todo es la ironía de la frase final “escribidme a…pero sin falas de ortografía/eso no por favor/ os lo pido desde el corazón (pag. 50)

La tercera parte, según el texto de Rawl, la III Conferencia, Constructivismo político, se abre con ese lirismo deconstruido: Aprendí a soñar mientras dormía en las aerolíneas de bajo coste. Más adelante dice, no sé si puedo escapar de las estructuras, de lo que es/ y de mi capacidad para reconocerme en sus palabras. / Pero quién sabe de las noches que me declaré líquido/ en fiestas y jolgorios sin saber que no tener forma es estar/condenado a cualquiera. ( pag. 55). Los verbos aprender/ soñar/ reconocer/declarar/ estarmarcan en estas expresiones un non amarum contemplatione rerum una contemplación amarga del ser. Esta contemplatio entis no admite la luz porque ésta estropea la materia (pg 58). Tremendo estado que aparta al ser de cualquier salida.
El poeta lo intenta remediar, preguntando, en medio de unas concepciones objetivas del sistema, esas cuestiones que apuntan a la materia:  ¿qué sucede en el trayecto/ entre la carne y la superficie? // ¿Qué sucede en el trayecto/ entre el cuerpo y la imagen?// ¿qué sucede en el trayecto/ entre el número y la muerte? (págs. 62ss) Estas cuestiones son fundamentales sobre todo si tenemos en cuenta, no la primera parte de la pregunta sino la segunda y aquí, el segundo conceptosuperficie, imagen, muerte. En esta metafísica, el autor nos lleva al sinsentido del ser humano, consumista y solo, es posible que hoy se agoten los seres (pg. 63)- comenta, con esa ironía del desespero -esta vez referidos a las reses del matadero-, que después de sacrificadas, troceadas, preparadas (plastificadas) son parte del festín carnívoro. La ironía está en la metáfora que va de un lado a otro, de la sala de despiece a la vida cotidiana. Todo se arruga en lo igual. La segunda objetividad marca esto que apunto. En definitiva, no deja de ser un despiece personal lo que el poeta narra,  esa desolación de lo cotidiano -desde ir al baño. Curioso que esta es una verdad que se contiene en todos los seres (pg. 64). La objetividad continúa en ese esperar a que las cosas cedan. Y en este cotidiano de soledades y desesperos, de aburrida vivencia laboral, un deseo expreso, un testamento vital encabezado por una cita del costumbrismo de Luis Chamizoparadoja-. Me quiero morir en mi huerta. / Me quiero morir en Extremadura. / Me quiero morir con la tierra entre las manos. (pág. 66/ 67). Un poema que si no fuera por la gravedad de lo que dice resultaría esperpéntico y paradójico. De las diez estrofas las dos primeras y la sexta denotan esa forma nostálgica de mirar la propia tierra, las raíces [culturales/sociales].

En el final del libro, los versos o las notas reflexivas, nos conducen a la síntesis de la realidad identitaria del propio autor. Con el apellido, y no de forma baladí, el yo lirico nos sitúa irremisiblemente en el hecho indiscutible de la pertenencia; nos lleva a la memoria que está más allá del Cronos y nos empuja a ese instante oportuno del Kairós donde el tiempo deja de existir y el ser cobra relieve por lo que es.




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