Hora bruja, cuando el firmamento se
aprieta a los muslos enmudeciendo las protestas. Un momento para guardar
silencio. Mi hora de términos sin final, cuando los sonidos se transforman en
ruidos salvajes y el alma se vuelve frágil y a la deriva. La hora bruja, un
punto blanco en el alfabeto del tiempo. Un espacio de sueños sin romper, de
calles ásperas, regadas de sal. Esa hora bruja, de permanente espera en
la indolencia del tiempo, donde no subo ni bajo. Asisto a la solemne deriva de
la quietud. Una hora donde todo y nada sucede. Tu hora bruja, ese tránsito perfecto de planetas que no guardan la delgada
trayectoria de la elipse sin aturdirnos. Hora
bruja, la hora de la lucha entre el tiempo y el silencio, a veces,
confundidos con la ficción y el vacío.
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