Hace unos meses se publicó el tercer volumen de las obras completas para piano de Manuel Blasco de Nebra interpretado
por Pedro Piquero. En este
trabajo, magníficamente editado por Columna
Música, aparecen ocho sonatas
que nos acercan a un mundo intimista y cargado de emociones.
Sin desatender la música de Blasco de Nebra, sería interesante aproximarnos a algunas de las realidades de
su intérprete, de Pedro Piquero. Me refiero a esas realidades vitales que configuran su persona en
una melodía existencial y hacen que su interpretación vaya más allá de la
propia partitura. El dialogo con Pedro
nos dará algo más que las claves para aproximarnos a la audición de estas
sonatas: nos descubrirá los paisajes contextuales de lo humano, la música
esencial dentro de la propia música.
Importante, hacer que este dialogo sirva para exponer la sonata vital que todos hacemos sin darnos
cuenta.
Pedro, tu interpretación no
está exenta de tus vivencias. Por ello, en la medida que lo permitas, me
gustaría dialogar contigo pasando de ese intimismo clásico/barroco de Nebra a otras “intimidades”. Me refiero: por un
lado, a las emociones que los sentidos van dejando cuando los humanos tenemos
el coraje de atravesar estrechos horizontes; y por otro, a las ideas de ese
pensamiento autónomo que parte del afán de búsqueda que algunos tienen.
Si
te parece seguiremos un esquema tomando como
referencia los cinco sentidos. Al fin y al cabo, a través de éstos nos surgen
las emociones y nos movemos; nos llegan las ideas y hablamos. En el espacio de
cada uno de ellos habrá tres preguntas. Las primeras están preparadas. Las
otras, prefiero que surjan en la misma conversación. Empecemos por las primeras impresiones que tus viajes,
por distintos países del mundo, te han reportado.
I. VER
-Al ver la realidad social sudamericana ¿qué
apreciaste? Concretamente, ¿qué paisaje
humano descubriste?
La realidad
social sudamericana, en general, me conduce a una sola palabra: egoísmo. No sólo por nosotros, sino
por todos los de aquí y allí, incluyendo a muchas de las personas que, viviendo
en esas terribles circunstancias, harían, si pudieran, lo mismo que nosotros
hacemos con ellas. Podría sonar exagerado, retorcido o pesimista, pero me temo
que el dividir el mundo en opresores y oprimidos, obviando las verdaderas
intenciones de cada individuo, es un mapa cierto pero demasiado incompleto para
radiografiar la situación con precisión.
-Ha pasado el
tiempo. Si comparas aquella experiencia, ubicada entre los que no caben en la
foto, con la experiencia actual, ¿cuál es tu impresión?
Mi sensación
es que la mayoría de todos y cada uno de los sistemas operativos de los seres
humanos conocidos, en el pasado y en el presente, se encuentren en la circunstancia
social que se encuentren, son el mismo. Esto, por ejemplo, se ve en una clara
representación intencional: los pobres quieren ser ricos y los ricos más ricos.
-Pedro, esta
conducta del ser humano es frustrante. Llega a esa situación porque, como dice
Eric Fromm, el hombre es un eterno lactante. A pesar de esta realidad, en
concreto ¿qué es lo que más te emociona o lo que te conmueve del ser
humano? Quizás tu respuesta nos lleve a
plasmar un buen guión musical con el que poder reescribir una sonata o sencillamente, servirá para poner un
silencio al concierto de lo humano. A lo mejor, se trata de esto: de rehacer
deconstruyendo para así tener una visión diferente de todo.
Sin duda, lo
que más me entusiasma de lo humano es la capacidad de intuir lo sagrado. Aunque
no es sólo eso, en mi opinión, el arte parece un determinante ejemplo de esta
intuición. Coincido con Schelling en captar el arte como la muestra de lo
universal en lo particular.
II. OÍR
-Fuiste a una gran ciudad como Phoenix, la primera vez que llegaste ¿qué
ruidos tuviste que asimilar? Si
fueras Kubrick ¿cómo interpretarías estas audiciones citadinas?
Con Kubrick
de “basso continuo”, podría
escuchar la distorsión de un sonido que,
aparentemente desordenado, no es sino belleza: Varèse y Ligeti. Si sacáramos de
la ecuación a Kubrick, Estados Unidos, en general, tal vez sonaría a Copland y
Steve Reich, en mi opinión los compositores que mejor han recreado el espíritu
norteamericano en la música: Copland con su paisajística sonora, como Emerson,
Twain y Whitman en el pensamiento, novela y poesía respectivamente, consiguió
definir un sentir propiamente norteamericano separado de Europa; y Reich, por
su parte, es el padre de la ciudad sonora. Reich es como ir contemplando una
hermosa estampa en un coche: uno tiene la sensación de que la modernidad se
integra entre lo que permanece y lo cambiante, como las estaciones del año en
un haiku de Basho.
-La eurocomunidad vive situaciones disonantes y complejas. Si tomamos la música del francés Varèse y la
comparamos con nuestra sociedad ¿qué
tendría que ocurrir para que ésta saliera de sus disonancias? A nosotros, ciudadanos
del primer mundo, llenos de ritmos complejos, ¿dónde crees que nos duele?
En mi
opinión, más importante que el cómo salir de sus disonancias es tomar
conciencia de que suenan disonancias. Muchos creen saberlo pero
demuestran que no es así. Al primer mundo le duele ver su negligencia humana en
el espejo de los medios, por lo que creo que hemos resuelto o continuar con la
banalidad o bien apagar la televisión. Un medio que contara la verdad sería
demasiado insoportable para una sociedad que se niega la verdad a sí misma como
norma.
-Es decir, tú piensas que
nos duele la verdad o mejor, que el hecho de sabernos limitados nos hace ser
unos prepotentes. Qué paradójico este sentirnos más cuando, en realidad, no
somos nada en medio del universo.
Pedro, volvamos a Kubrick
y a su lectura fílmica de la humanidad en “2001: Una Odisea del Espacio”. Aquí,
el ritmo del tempo se aleja del “allegro” y se vuelve “moderato” hasta hacerse
silencio. Sí, un silencio que nos libera de
esta suerte de orgullo que nos lleva a la aniquilación. ¿Qué dices de este
llegar a no oír-se?
Más que ser
prepotentes, creo que hay un legítimo miedo a ser libres, a estar solos y no
tener seguridad, dirigido por los más puros instintos de supervivencia
biológica. La última pregunta me parece la más pertinente de todas. Esa
ausencia de llegar a no oírse es, directamente, el único cáncer que devasta lo
humano. Conocer
el sustrato de lo que ni se oye ni se deja de oír, en mi opinión, es lo único
que podemos hacer por los demás.
III. DEGUSTAR
-La comida forma parte de nuestro
cotidiano y esta supone un ethos
cultural ¿qué fronteras
psicológicas tuviste que atravesar al comer sushi en Japón? Pedro, si fueras Murakami ¿cómo lo contarías?
El sushi
japonés sabe a la educación, la lealtad y todo el refinamiento que una sociedad
tan civilizada, pese a sus no pocas sombras, posee. Murakami ya lo ha contado
en el margen de la ficción postmoderna poseyendo a Sofía Coppola en “Lost in
Translation”. Aquí, la descripción del Tokio actual, donde toda la cultura
occidental se fagocita, se fusiona con el exquisito respeto por las tradiciones
milenarias desde un punto de vista extranjero. No es el Japón de los japoneses,
sino el Japón que, con asombro, saboreamos los foráneos.
- Una gran
mayoría de los españoles piensan que los valores están “demodé”. Pedro, ¿por
qué crees que se ha llegado a este “desvalorar”? ¿Por qué algunos valores se
han vuelto utopía? ¿Ha sido necesario “tocar techo” para caer en el peor de los
nihilismos? ¿La escuela está preparada para afrontar estos retos sociales?
No creo tanto que se haya
dejado de valorar todo, sino que han cambiado los ejes de coordenadas. Por
ejemplo, un autógrafo, ahora, vale mucho. No sabría decirte si el nihilismo nietzscheano es algo nuevo. Preferiría que habláramos de
nihilismo social (me temo que el individual, de alguna manera, lleva mucho
tiempo entre nosotros). Si te refieres a esto, sí. Nuestras minúsculas vidas
continuarán de la misma manera tanto si el sistema se deshace como si no. Lo
único que me preocupa, como decía Heidegger, es la falta de preocupación. De la
educación sistémica no tengo mucha opinión. Me toca sólo tangencialmente y no
presto mucha atención a lo que acaba siendo burocracia o anecdótico.
-Efectivamente el
nihilismo social nos lleva a un punto muerto y eso es un desastre. En este
sentido nuestros gustos se han atrofiados hasta confundirlo todo. Sin embargo,
oyendo la música de Manuel Blasco de Nebra que interpretas, se tiene la
sensación de que a pesar de esta angustia existencial es posible, como dice
Gabriel Marcel, un punto de luz. ¿Piensas que sería bueno reeducar el gusto o
sería esto una especie de sutil domesticación? Por mi parte, preferiría que nos educaran el gusto por “lo humano”
como condición, “sine qua non” para salir de los puntos muertos.
Si tuviera
que reeducar el gusto de alguien a la hora de percibir sonidos, significaría
que lo que se escucha no es cierto. No creo que la verdad que subyace en una
obra sea el filtro con el que ésta se percibe. Es más, no creo que la verdad
sea necesaria o posible de explicar.
IV. OLER.
-Pedro, las calles de
algunas ciudades tienen, a través de sus olores, una especial belleza. La
primera vez que llegaste a México DF
¿qué emociones e impresiones tuviste al percibir los olores de la calle? ¿Cómo crees
que lo apreciaría Octavio Paz?
México, en general, huele a hospitalidad y al recuerdo de lo canalla y extraordinario
que dejamos allí: la picaresca y la refinada belleza lingüística. El señor Paz
lo entendería, tal vez, como “la doble llama”.
-En España te has movido por ciudades como Sevilla y Badajoz ¿qué
tendríamos que aprender para que los “rinconetes” y “cortadillos” no
neutralizaran esos olores tan nuestros de hospitalidad y de acogida?
Tal vez lo primero sería
asumir que todos, tú y yo incluidos, tenemos algo de este inconsciente
colectivo cervantino. Sería improcedente ver sin verme primero. No sé si el
mundo se divide en “buenos y malos” tanto como en los que saben ser poseedores
de estas dos partes de su corazón y no las rechaza, como dijo Solzhenitsyn, y los que no.
-Es cierto,
que no todo huele a maldad, como dicen
algunos, cayendo en el más atroz de los pesimismos sociales; ni todo huele a
bondad, con categorías roussonianas. Con tu respuesta subrayas que solo habrá
una buena sinfonía de olores cuando no cataloguemos con “tics
políticos-sociales-religiosos”, es decir,
cuando no pongamos “etiquetas” a todo lo que la persona es y hace.
Absolutamente
de acuerdo. De creer en los prejuicios, este interesante diálogo-entrevista no
se hubiera llevado a cabo jamás. La categoría siempre limita, aunque ya el mero
hecho de usar el lenguaje sea la mayor de las categorías.
V. TOCAR.
-Las
construcciones centro europeas tienen una característica especial, en sus diseños ¿cuál fue la primera
ciudad europea a la que llegaste? En este sentido, ¿qué representa Andrea Palladio?
La primera
ciudad fue, siendo adolescente, Lisboa
(como muchos extremeños, maravillado por el
sueño de Pessoa). Palladio,
por otra parte, tal vez represente la
nostalgia: uno compara su trabajo con la sucesión de despropósitos
urbanísticos actuales y siente que el mundo, como dice Pániker, sueña ser
retroprogresivo: conservar y progresar.
-Pedro,
¿piensas que, aunque sea paradójico, no
hay que perder ese punto romántico del conservar e ir, al mismo tiempo, hacia
delante? ¿Crees que hay que tener más espacios donde el hecho de imaginar haga más humanas a las personas? ¿Cómo?
No
creo que haya tal paradoja en conservar y progresar. Pregúntale a un psicólogo psicoanalítico cuánto tiempo le lleva recuperar
una parte de una persona que nunca debía haber sido enterrada en su psique.
Crecer olvidando no es crecer. La capacidad creativa, en mi opinión, está
amputada por la educación gestionada por ideologías, sistemas, o políticas.
Hasta la creatividad es un modo de alienación. Si entendemos como creatividad
hacer lo que nos dicen que hagamos, sí, hacemos algo que no existía
previamente, pero eso no es una verdadera creación. La acción realmente
creativa es extremadamente compleja y simple al mismo tiempo. En cuanto al
mundo imaginario, miremos a esos formidables usuarios de
los videojuegos de los que Baudrillard estaría tan orgulloso. Nos están
diciendo “fuera no soy yo. Lo imaginario me parece más real que lo real”.
Debería darnos que pensar.
-Piensas que hemos creado unas
situaciones que nos abocan a la locura, a ese “síndrome disociativos-atípico”
que confunde la realidad con la ficción, ¿no es así? Estas situaciones ¿piensas
que son interesadas? o mejor, ¿crees que existen “poderes perversos”
interesados en llevarnos a perder el contacto con la realidad? Pedro, según
dices, es mejor dar rienda suelta a la creatividad y entrar en una dinámica
asistémica. ¿No piensas que esto sería como volver a retomar las utopías como
necesidad? Si es así, hemos tocado fondo. Entonces habrá que renacer para palpar otra realidad
de lo humano.
No creo tanto en una dinámica artística asistémica como en algo
que incluyera lo sistémico y lo asistémico. Por otro lado, habría primero que
definir, en un corsé metafísico, qué es real. No creo en poderes perversos,
sino en buenas intenciones retroalimentadas en la ignorancia. El término
“utopía” tiene, para mí, tan sólo un valor etimológico. Tal vez, cuando la
gente esté preparada, como decía Morfeo a Neo en Matrix, “no nos hará falta
esquivar las balas”. En ese momento, pensar en términos de utopía o distopía creo
que sería completamente irrelevante.
Gracias Pedro por tus palabras en las que, de una forma sincera,
nos muestras no sólo tus emociones, parecidas a esas que vas dejando entre las
teclas del piano, sino también tu pensamiento sin disimulos. En este diálogo,
nos has llevado al centro de las realidades más cercanas: a una visión
interesante del “homo faber-socialis-religiosus”, a ese animal capaz de las
mejores hazañas: las de reinventarse y renacer apretando
sus miedos al oír-se haciendo silencio. Nos has acercado a algo más que a una
idea de hombre: a la persona con valor. Tus respuestas han marcado el compás de
lo que supone bajar a tientas, palpando, al interior de nuestras cavernas. Lo
que nos has contado nos hace entender que es bueno atreverse a descender al
fondo de nosotros para gustar la propia sinfonía, la inexplicable verdad de
nuestras cegueras con la que tanto nos cuesta enfrentarnos.
Al final, después de esta agradable conversación, pienso que más
allá de las palabras, a veces cargadas de esa ambigüedad que hace difícil el
entenderse, este diálogo nos ha aproximado a esas pequeñas parcelas de la lucha
de contrarios, que no a las contradicciones, al espacio “sine tempo” donde se
desvela el “Dasein”, el “Ser-ahí”, como diría Heidegger.
Con esta entrevista has interpretado la sinfonía incompleta de lo
humano. Probablemente esta música sea más “real” que otras. Gracias.
Esta entrevista fue publicada en Vuelta de Hoja. Este periódico digital es otra de las víctimas de los recortes. No está activa y por este motivo es difícil ver nada si se quiere buscar algún articulo. En este digital se publicó esta entrevista a Pedro Piquero.
4 comentarios:
Gracias Tino por hacer posible que leyera esta entrevista. Mila
Gracias Tino por hacer posible que leyera esta entrevista tuya tan sustanciosa, preguntas y respuestas. Mila
¡Apoteósico diálogo a dos! ¿Y este Pedro qué nos come?
Enahorabuena a este par de monstruos.
Marta
¡Apoteósico diálogo a dos! ¿Y este Pedro qué nos come?
Enahorabuena a este par de monstruos.
Marta
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