En medio de los agridulces del verano, entre ser
campeones de futbol y vislumbrar el rescate económico, las periferias
seguimos viviendo. Mejor dicho, seguimos haciendo de las nuestras en estos extremos del País, donde todo sucede
sin que nadie repare en ello; o en estas ciudades de la región, tan al extremo,
como Badajoz, que casi nos metemos en Portugal.
Y mientras el
mundo gira con sus preocupaciones y sus divertimentos, en el Ayuntamiento de Badajoz se comete
presuntamente fraudes de ley en algunas contrataciones de personal y nadie,
salvando algún sindicato, reacciona presionado por los afectados. ¿Qué pasa? ¿El verano aletarga a los partidos políticos?
O estos ya están aletargados de por sí que no se enteran de los “goles” que el
PP, gobernante de este pueblo, mete al personal. ¿Por qué se le consiente a la
administración, como algo habitual, hacer
lo que le sale de las “bolas”?
Me explico mejor. Todo este asunto viene de atrás, cuando hace unos meses quedó vacante en el
Ayuntamiento un puesto de funcionario en la categoría de trabajo social. Supuestamente el puesto de “marras” tenía que ser
cubierto por alguien de una lista de funcionario interino. Esta lista[1],
que se hizo en su momento para tal caso,
se ha obviado por querer contratar, a toda costa, a otra persona sacándola de otra
bolsa de trabajo, concretamente, de personal temporal laboral. Tremendo
chanchullo, ya que no es lo mismo una lista que otra. Cada una funciona por regimenes y normativas laborales diferentes,
dentro de la administración pública. Y el Ayuntamiento se salta todo esto cometiendo
una irregularidad.
Me pregunto si para ser contratado por este
Ayuntamiento, ahora en trabajo social, hasta que se convoque la plaza vacante
de funcionario, tiene uno que ser “señor/a de”, “primo/a de”
o “amigo/a de” algún concejal o de alguien representativo de la administración. ¿Cómo se entiende esto si no es llamándolo
presunto fraude de ley? Y con todo, solo un sindicato se hace cargo de lo
sucedido y, con ciertas reticencias, ante la presión de los afectados.
Lo peor del asunto es que el Consistorio, desde su “prepotente” estado, responde solo a la
reclamación del Sindicato, que no a otra interpuesta por los afectados. La
respuesta subraya que para un puesto de funcionario se ha tenido
que contratar a una persona de laboral temporal. Metedura de pata y,
ahora, por escrito. Y lo más grave es que el Ayuntamiento tiene una asesoría
jurídica que, supuestamente, le habrá puesto al corriente de las irregularidades
en las que puede incurrir. Pero los amaños son los amaños. Vamos, de juzgado de
guardia...
Para complicar más este caso, el Sindicato demandante
comprueba que el escrito recibido “chirria” y “hace aguas” por todos
lados, y sin embargo no replica al Ente local sino que deja que lo hagan los
afectados. Qué pobre es esto de que sean otros quienes respondan por uno mismo.
A veces, da la sensación que los sindicatos quieren “nadar y guardar la ropa”.
Si esto es así, ¿qué puede pasar ahora? ¿Los afectados, en paro, tendrán que
denunciar sufragando los gastos de costas y abogados? O, dado que es algo
generalizado y de grave injusticia, ¿el Sindicato
en cuestión, tendrá que seguir y llevar este
asunto a los tribunales? Porque lo suyo, a esta altura del caso, es que el
sindicato se moje y no eche el culo para
atrás.
Sea como sea esto puede ser una “bomba de relojería”, la punta de un iceberg de otras contrataciones
presuntamente fraudulentas que la oligarquía del Ayuntamiento pacense, tan “católico y de
“derechas”, viene cometiendo.
Lo asqueroso de todo es que estas irregularidades en
las contrataciones de personal, se
comentan, con total impunidad, por los
pasillos del Palacio Municipal para después, entre risas y complicidades, olvidarlas
como si nada hubiera pasado. Y cuando se pregunta por qué no se actúa, la respuesta es que no vale la pena hacer nada, que no sirve protestar, que están acostumbrados a ver esto y que, en
definitiva, hay miedo a perder el puesto
o a no ser contratado. Esto se llama “chanchullos”
consentidos, algo vulgar y de poca monta, lo más bajo del presunto fraude de ley que, en todos los casos, no llega
ni a la categoría, solemne e inteligente, del engaño.
Tan provinciano somos que cuando nos saltamos la ley
lo hacemos, “chachulleando”, pensando que “el cortijo” es nuestro y que no va a ocurrir nada.
¿Dónde está la justicia? ¿Dónde está
la prensa? ¿Dónde algunos políticos? ¿Dónde están aquellos que se hartan de proclamar
la defensa de los derechos de los trabajadores?
Vergonzoso que esta falta de transparencia no trascienda y se denuncie.
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