miércoles, 4 de marzo de 2015

Como un balbuceo de sonidos inconexos.



Últimamente me emociona ver a Rodrigo mantener conmigo, mientras lo visto, un “a modo de conversación” que es algo más que un balbuceo de sonidos inconexos. A su edad, más de un año y medio ya sabe más de cincuenta palabras. Al menos las que dice tiene un significado para él. En realidad, aunque su lenguaje es  extraño, las palabras-monosílabos- que emplea tienen coherencia sobre todo en el   imitar a los adultos. Es increíble la rapidez con la que aprende, al menos a mí me lo parece. Al “parlotear” hay que unir el andar y el correr. Toda una experiencia. Rodrigo, transmite en su actuar una enorme sensación de independencia. Cuando corre entre los muebles detrás de los gatos se le ve feliz, o cuando anda a coger las pelotas-sonajeros varadas debajo de los muebles. Este hacer de Rodrigo es para mí una metáfora vital ante la que no puedo evitar el reflexionar. Siento que en mi vida mantengo una especie de balbuceo ante las cosas que, aunque las nombre, nunca las aprecio en su medida. Es cierto que este hecho responde a un superar torpezas o a la  búsqueda de lo mejor. En definitiva, la presencia de Rodrigo me hace feliz y me ata a la realidad. Su estar vivo me empuja, a mí también, a estarlo.

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