Este corazón acostumbrado a las
sorpresas y a mirar desiertos hoy sigue
descubriendo que la vida tiene color de mañanas. Basta una sonrisa para
ver la altura de lo descubierto, una palabra para mirar más allá del dolor. La
luz de invierno tiene cadencias de misterio. Hace mucha luz, tanta que no sé dónde
colocar la mirada. El tiempo se difumina en esta mañana de marzo. Avanzo en
medio del dolor y las torpezas y sigo creciendo. Vivo este presente sin
renunciar al pasado, aunque este tenga partes que quisiera borrar. Soy, en parte, lo que he sido. Ahora me detengo ante
la vida, ante la vida que tienen nombre y rostro. Merece la pena seguir
escribiendo esta biografía de lo simple, esta historia que sigue rumiando el
silencio de los que no salimos en la portada de los periódicos. Este corazón sigue
latiendo al ritmo de la música que quiero tocar.
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