La Real Academia de Extremadura, en su apartado de creación ha publicado estos cuatro poemas que pertenecen al poemario, Gramática de los cuerpos.
CAOS
La noche está borracha de silencios,
de latidos de la sangre, y de imágenes
sin color. No estás. El silencio se bebe la fe;
la oscuridad, engulle la miseria y sus palabras.
La noche está borracha de silencios,
de latidos de la sangre, y de imágenes
sin color. No estás. El silencio se bebe la fe;
la oscuridad, engulle la miseria y sus palabras.
Cómo sofocar tanta impiedad
en la línea del deseo.
Una voz, apenas un susurro, naufraga
en la razón y la maldice. No hay nada
que contarle al tiempo. Se rompe el espejo
de las manos en la orfandad de la caricia.
Cómo saber que acallo soledades.
Llega el alba, ese tránsito de la luz que perdona
el llanto de la piel, desterrada y vacía de halagos.
Se despeja la niebla en estos versos de cristal
y pronuncio tu nombre sin quebrarlo.
Cómo armonizar los gestos.
Habito en este bosque del deseo, como un dios
errante y desnudo. No quiero romper las huellas
de tu cuerpo, ese perfume capaz de arrancar
las sílabas del hastío y devolverme a la calma.
Cómo unir los bordes de la tierra
con la esperanza de tenerte.
Existo en ti, me conmueve tu sonrisa
sin ignorar el dolor que vomita verdades
y escruta, sin miedo, la cara más oculta de mi ser.
Duele este habitáculo donde te contemplo.
Cómo enamorar tu mirada
sin cambiar el color de tus ojos.
La tierra, invadida de absurda estupidez,
vuelve al silencio. Un punto cero con sabor a cicuta.
Dios se asoma al caos. Todo está por hacer.
Eva sonríe. Después, vendrá el verbo con sus paraísos.
Cómo pedir una tregua
a los infiernos que me atan.
IMPRUDENCIAS
Qué leve el alma en esta jungla de seres voraces,
al sortear los huecos del abismo, que leve.
Sometida al devenir, crece bajo la incertidumbre
de no saberse.
Cuándo frenar esta prudencia inútil
que amordaza el instinto
No hay línea recta en este azar de la vida
que obliga a seguir errante. Un tránsito
donde el diálogo sabe a lluvia de otoño,
a soledad en el revés de las horas.
Dónde deletrear la intuición de los espacios
en blanco.
Qué frágil el alma, qué leve su presencia,
cuando la carne reclama las vocales del verso
y las horas levantan ídolos que controlan la risa
y la pregunta. Cuánto silencio en este paisaje
donde la vida es una dirección por definir.
Cómo descubrir la emoción
en la cara oculta de las cosas.
DESEOS
lLueve, la gente corre y se agolpa en las calles
con la ceguera de quien teme un peligro. Llueve.
Los vehículos se parapetan tras los semáforos.
Una guerra de poder. El tambor del miedo suena
entre frenos y amortiguadores. Un paso de peatones
vomita gente. Hay un hambre insaciable de libertad
en los rostros anónimos que se cruzan. Llueve.
El olor a café invita a entrar en los garitos abiertos
de la avenida. Un aire familiar recorre la acera.
El griterío de los niños pone un punto de color
a la mañana. Llueve. Y en medio de esta mezcla
de sonidos y sabores, siento las notas
de un compás extraño; la canción de esta estrofa
de la lluvia. Llueve.
Me escapo entre las sombras de la calle,
multiplico los sueños en el chapoteo del asfalto.
Llueve. Y rompo la monotonía del silencio al mirar
este espacio que me devuelve el eco del agua.
Llueve. No deseo confundir el tiempo con la prisa,
ni la conciencia con el perdón, en la levedad
de estos versos que reflejan el otoño.
Pierdo el sentido de la ausencia encendida en la memoria
al traducir el lenguaje de la lluvia. Doy gracias al aire
y a las voces que me empujan a leer esta sintaxis de la calle
y sus ruidos, este emigrar de la emoción que se afirma en el poema.
Llueve, llueve tanto que el agua entra por todos los rincones
del alma. Y no hay sangre sino ideas, que vienen y van,
emulando el giro de las aves atrapadas en el viento.
INTERROGANTES
Espero en medio de la duda
que el ritmo de los días no sea
un agujero por donde los sueños
escapen.
Qué hacer cuando no hay mensaje
y la angustia se levanta en el centro
del alma
Soporto la vida en el hilo invisible
de la espera. No hay palabras,
solo silencios que marcan la distancia
entre el infinito y las horas.
Qué decir cuando el ruido de la calle
lastra el azul de los recuerdos.
Puedo cerrar los ojos, pero no matar el mundo.
Hacer silencio, pero no huir disfrazando las palabras.
Por qué estos paraísos de cartón, por qué
esa gravedad de los momentos que hacen del instante
un vértice por definir.
http://www.raex.es/index.php/creacion
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