Existo,
consciente de este paisaje íntimo que frágil,
como una onda en el agua, varía en cada instante por encima de miradas
acusadoras, de muertes, de desganas. Existo a pesar de las huidas y los
desencuentros, de las omisiones y las medias verdades que otros vierten sobre mí.
Existo con la euforia de quien se sabe frágil y sigue vivo, cada segundo, como
si fuera el último, apretando las cenizas de los pasados mientras intento
construir trozos de esperanza. Existo, así, admitiendo la finitud de los
momentos al saborear la utopía del infinito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario