miércoles, 12 de julio de 2017

Sufrir el poema.



             La lectura de Ultramor, este nuevo libro de versos de Alfonso Brezmes me lleva por caminos insospechados de la reflexión sobre el ars poetica. Nunca un poemario, como este, me había hecho sentir  tan hondamente la metapoesia, este hecho de hablar de la poesía haciéndola.

            En las primeras páginas del libro Brezmes indica que el poema es como encontrar algo que estaba y se perdió y anota que "donde he perdido algo camino con más cautela". Estas son los primeros versos desde donde el  yo poético empieza a reclamar la presencia del tú lírico para entrar en un dialogo donde se marcan las pautas de la creación. Así , el yo ruega que le espere en un lugar, virgen, donde “el mundo huele aún a recién hecho”. Después, le pide que vaya “dejando guijarros en la niebla” para evitar la confusión del no saber volver; y le exige esconderse “en un pliegue de la tarde para que cuando él, ese yo -como novio esperado- llegue, sea “el tenue resplandor de () las pupilas () el único faro que () guíe/ a los acantilados escondidos/ por donde despeñar () oscuridad”.

             Alfonso Brezmes en estos versos apunta al hecho mismo de la creación. De esta forma, el ir dejando guijarros, pistas para algo que nunca se sabe definitivo, son como los primeros titubeos del verso; más adelante, en el imaginario poético de aguardar en ese punto de “la tarde" es como si el trabajo tuviera llegar a un punto de reposo similar al crepúsculo,  donde  es mejor dejar que el poema repose. Al final,  vendrá la luz, a modo de faro, que no evitará la batalla con los escollos-acantilados-, hasta terminar despejando la oscuridad.  Con estos versos Brezmes parece decir que el poema hay que sufrirlo, batallar-lo.

       La preocupación del poeta, salir de la ignorancia y mantener la luz para seguir buscando “ese lugar () como un templo: / (donde) existe lo posible/…/ el oscuro animal de la esperanza” (pg. 21). El poeta, -ese yo lírico- dice nacer “en un pecio que emergía/…/ con todos los libros que iba a leer, /y los poemas que iba a escribir.”(pgs. 22-23).

              Más adelante dirá, con tonos de nostalgia, que el poeta elige vivir en (una) “ciudad de inviernos…/ para poder soñar lo que (le) falta: /aquella isla, la luz,…/ donde brilla oculto ese tesoro/ que un día enterr(ó)  junto a (la) infancia “(pg. 24).

             Magníficos versos estos de las páginas 22-24 donde se apunta a como despertar de un sueño ( lo poético?), de como nace ( el poema?) en medio de un naufragio. Importante releer estos versos. 

              Gracias Alfonso por traer tanta luz a la palestra de lo poético. 

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