Cuando la niebla arropa la avenida
con su velo blanco
y todo parece flotar,
te descubro.
Asomas por los rincones
de este mar imposible de la calle
con esa suavidad del sueño
que guardas en los bolsillos de la noche.
Cuando la niebla cuelga de las ramas,
acariciando el ocre de las hojas,
apareces con esa intención
de curar heridas.
Deslizas tus manos
por el revés del otoño
y te fundes
en el verbo que nombra.
Cuando la niebla...
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