Tu presencia atraviesa este muro
de la
espera.
Hay tantas raíces
en la memoria
que es difícil
salir de este callejón
donde tu
imagen se hace fuerte.
La mañana
está en calma.
He querido
volar y buscarte
más allá de
los ruidos, más allá
del espacio
acostumbrado. Tú
no estabas.
Los lugares saben a ti,
te extrañan.
Tu perfume, un satélite
que los
envuelve.
La mañana
deja su estela de recuerdos
que mueven mi
ser hasta la confusión.
Me llegan
voces de todos los puntos,
ninguna como
la tuya. Cómo agradecería
una palabra,
solo una, capaz de regar
este
desierto que se prolonga en el vacío.
Es difícil asumir
este “vía crucis” del silencio,
que parece quebrar la palabra que alimentó
nuestro sueño. Todavía no se ha quebrado el verbo
que, otro momento, nos mantuvo fuertes en Utopía;
ni el verso que acariciaba nuestros
labios
y nos vistió, tantas veces, de ilusiones.
y nos vistió, tantas veces, de ilusiones.
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