de tus labios.Cómo vibraba la isla entre tus muslos.
Sin secretos,el aceite de las horas resbalaba,
como luz, sobre el ecuador de la
carne.
Fluía la pasión en nuestra isla de sábanas
y almohadones, con olor a siesta en el límite azul
del sexo. Vértigo de la sangre en la playa del sueño.
Un templo de amor, sin ritos.
Santorini, memoria del tiempo detenido
en el roce de las manos por la cordillera
de tu espalda. Santorini. Se respiraba
el ácido temblor de un rap
urbano.
Nuestra isla de fuego, firme en la retina de tus ojos,
y en el centro del alma, donde te sigo alimentando.
Cuántas tardes de verano, acuarelas de te-quiero
susurrados a la sombra del agua.
Santorini, caligrama del deseo, raíz de una utopía,
palabra mágica. Nuestro espacio amante,
donde los sueños se pronunciaban sin
palabras.
Santorini, ahora lejana,sigue viva en el silencio.
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