A punto de verterse los días en un nuevo viaje,
cuando la lluvia besa las aceras y los campos
se llenan de manos y olor a aceituna,
tú ya no vuelves.
A este otoño le falta aquella sonrisa
que prendías de tus ojos.
No volverán aquellos minutos,
casi un torbellino de mariposas,
que transformaban el gris de la tristeza
en esperanza.
No estás y el tiempo barre con todo.
Qué hacer para que lo alto y lo ancho
sean el espejo de lo eterno;
para que cada momento tenga
ese olor a Paraíso propio de los sueños.
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